Capítulo 16: El comunismo detrás del ambientalismo (Parte 2)
Tabla de contenidos
2. El mito del ‘consenso’ sobre el cambio climático (continuación)
c. Los científicos discrepan sobre el ‘consenso’
d. Por qué los científicos ambientalistas promueven argumentos catastróficos
3. Ambientalismo: otra forma de comunismo
a. Infiltración política: construyendo un gobierno mundial
b. Culpar al capitalismo
c. Supresión de las voces opositoras en la prensa
d. Grupos ‘civiles’ manipulados para la revolución en las calles
e. Una nueva religión de antihumanismo
Conclusión: Para escapar de la crisis ambiental, debemos honrar lo divino y restaurar la tradición
Referencias
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2. El mito del ‘consenso’ sobre el cambio climático (continuación)
c. Los científicos discrepan sobre el ‘consenso’
Como mencionamos antes, los científicos tienen distintos puntos de vista sobre si la actividad humana es el factor central que afecta al cambio climático y sobre cómo el cambio climático se desarrollará en el futuro. Hay muchas razones para esta amplia gama de opiniones. En primer lugar, el cambio climático es un tema muy amplio y complejo, involucra muchos ámbitos, como la astronomía, la meteorología, la ecología, la fotoquímica, la espectroscopía, la oceanografía, y más. El clima involucra muchos subsistemas que interactúan entre sí, como la atmósfera, la hidrósfera, la biósfera y la litósfera de la Tierra. Hay muchos procesos físicos, químicos y biológicos que aún estamos lejos de comprender bien.
Si observamos la historia geológica, la Tierra nunca dejó de pasar por un cambio climático, incluyendo frecuentes episodios de calentamiento global. Hace más de 3000 años, durante la Dinastía Shang de China, la Planicie Central (parte de la Planicie del Norte de China) solía ser un paisaje subtropical. La gente cazaba elefantes, lo que se encuentra registrado numerosas veces en la escritura del oráculo de hueso de esa época. Se estima que la temperatura anual promedio era de unos 2 grados centígrados más alta que ahora. Durante la Dinastía Tang (626-907) hubo otro período de calentamiento. Crecían cítricos en el palacio imperial de Chang’an, actual noroeste de China [1]. En Occidente, los europeos emprendieron la construcción de exquisitas catedrales durante un período de calentamiento medieval que duró desde año 950 hasta el 1250 aproximadamente. [2]
Según los registros geológicos, el hemisferio norte experimentó un rápido calentamiento hace alrededor de 11.270 años, cuando la temperatura promedio creció súbitamente unos 4°C en pocos años. Otro famoso calentamiento ocurrió cerca del final del período Dryas Reciente, hace unos 11.550 años, cuando la temperatura se elevó unos 10°C por décadas [3]. Las causas de estos cambios climáticos continúan siendo tema de debate entre los científicos.
Por supuesto, si no somos capaces de explicar las razones del cambio climático en el pasado, entonces también resulta complicado explicar las causas del cambio climático en tiempos modernos. Es posible que las causas históricas de los cambios climáticos del pasado todavía estén teniendo un efecto. Muchos científicos creen que deberíamos tratar el asunto con humildad y estar dispuestos a admitir los límites de nuestro conocimiento.
El Dr. Freeman Dyson, destacado científico, miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y miembro de la Real Sociedad, cree que la ciencia moderna no comprende el cambio climático:
La más cuestionable de estas creencias es la noción de que la ciencia del cambio climático está establecida y entendida. Los cambios climáticos más grandes fueron las eras de hielo, que cubrieron la mitad de Norteamérica y Europa con sábanas de hielo de kilómetros de grosor. Las eras de hielo ocurrieron reiteradamente en el pasado, y ya es tiempo de que comience otra. Una nueva era de hielo sería un desastre mucho más grande que cualquiera que podamos temer del calentamiento climático. Hay muchas teorías sobre las eras de hielo, pero no hay un entendimiento real. Mientras no comprendamos las eras de hielo, no comprenderemos el cambio climático. [4]
Debido a la complejidad de los asuntos climáticos, es imposible realizar experimentos y verificar teorías bajo las condiciones controladas en los laboratorios. Los científicos que hacen investigación en climatología hoy en día dependen de modelos climáticos digitales.
La evidencia clave utilizada en el reporte del IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) para concluir que los humanos son la causa central del calentamiento global proviene de simulaciones de cambio climático. La especulación sobre cuánto aumentará la temperatura al final del siglo XXI también es el resultado de tales simulaciones. Las consecuencias catastróficas que se pronostican como resultado del cambio climático también están basadas en especulación, usando modelos computarizados.
Pero estos modelos tienen sus propias limitaciones, y muchos científicos tienen reservas sobre su fiabilidad. La profesora Judith Curry cree que los factores naturales que no se tienen en cuenta en los modelos de cambio climático juegan un gran rol [5]. En un artículo publicado en el Boletín de la Sociedad Americana de Meteorología, ella escribió que el IPCC ignoró en su mayor parte la incertidumbre de los cálculos de los modelos. [6]
Ya sea debido a la falta de entendimiento de procesos claves del cambio climático o por la ausencia de capacidad de cálculo, algunos de los datos no pueden ser representados de manera realista en los modelos climáticos. Los investigadores adoptan la parametrización, que simplifica el modelo utilizando datos incompletos para procesos como la formación de nubes (incluida su interacción con el vapor del agua), procesos de precipitación, interacciones entre las nubes y la radiación solar, los procesos químicos y físicos de los aerosoles (las partículas pequeñas líquidas o sólidas en la atmósfera), entre otros [7]. Todo esto introduce una incertidumbre significativa al modelo.
El vapor del agua es el gas de invernadero más abundante e importante en la atmósfera, pero debido a que varía enormemente por período y ubicación, la incertidumbre correspondiente también es grande [8]. A diferentes altitudes, el efecto invernadero del vapor del agua varía, y el margen de error de la distribución vertical del vapor del agua en las mediciones satelitales puede alcanzar de un 15 a un 40 por ciento. [9]
Las nubes de altitudes más bajas tienen un fuerte efecto refrescante causado por el reflejo de la luz solar, y las nubes cirrus semitransparentes a altitudes más altas tienen un efecto de calentamiento. Algunos aerosoles, como los aerosoles volcánicos, bloquean la luz solar e inducen al enfriamiento, mientras que otros, como las partículas de hollín, absorben la radiación y generan calentamiento. Mientras tanto, los aerosoles probablemente siembren nubes, ocasionando una refrigeración indirecta. La distribución espacial y geográfica de aerosoles y nubes, así como sus propiedades ópticas, también varían enormemente a lo largo del planeta. Otros factores también provocan cambios en el albedo (la reflectividad solar de la Tierra), tales como el crecimiento y la muerte de vegetación terrestre.
Ya sea debido a la falta de información de datos observacionales o a un entendimiento insuficiente de los científicos, estos importantes procesos llevan a un gran grado de libertad (esto es, arbitrariedad) en la parametrización de modelos climáticos, lo que incrementa mucho su incertidumbre. Estas incertidumbres alimentan buena parte del escepticismo que rodea la validez de los modelos. Por ejemplo, los gases de invernadero como el dióxido de carbono dan a la Tierra una radiación directa de alrededor de 2,5 watts por metro cuadrado [10], mientras que la Tierra recibe alrededor de 1366 watts [11] de energía solar radiante por metro cuadrado. Los dos milésimos de cambios en el albedo causados por la incertidumbre al calcular la actividad de nubes o de aerosol es suficiente para superar el supuesto rol de los gases de invernadero.
El científico de la Universidad de Harvard Willie Soon, entre otros, cree que los modelos climáticos no son adecuados para especular sobre futuros cambios climáticos [12]. El físico de Princeton Freeman Dyson dijo que la parametrización en el modelo es un “factor chapuza” porque estos parámetros pueden ser ajustados artificialmente. Él cree que podemos aprender del modelo, pero que no podemos usarlo para predecir: “Así que tienes una fórmula. (…) Pero si estás usándola para un clima diferente, cuando tengas el doble de dióxido de carbono, no hay garantías de que sea correcto. No hay forma de probarlo” [13]. El Dr. Dyson también criticó al IPCC por ignorar ampliamente el rol del sol en un sistema climático. Él cree que el sol, no el hombre, es el determinante principal del cambio climático.
A partir de 2002, el científico israelí Nir J. Shaviv escribió una serie de artículos académicos argumentando que en base a la correlación entre la extensión de la cobertura de nubes observada por satélites y la cantidad de radiación cósmica, las eras de hielo de la Tierra estuvieron relacionadas con rayos cósmicos. Concluyó que estos últimos llevaron al cambio climático. Al mismo tiempo, dijo que los cambios en la radiación solar jugaron el mismo rol (si no uno mayor) que las actividades humanas en el aumento de las temperaturas globales promedio en el siglo XX. Él cree que los gases de invernadero creados por el hombre juegan un rol menor en el calentamiento global que lo que generalmente se cree. [14]
Hay algunos cambios internos en el clima mismo que aún tienen que ser comprendidos completamente y por lo tanto desafían la correcta representación en el modelo digital del clima. Los modelos de clima existentes no pueden describir correctamente el fenómeno El Niño, menos aún predecirlo [15]. Desde las temperaturas más altas en el Holoceno de 7000 y 9000 años atrás, la temperatura global bajó entre 0,5°C y 1°C, pero los cálculos del modelo muestran que aumentó de 0,5°C a 1°C en los últimos 11.000 años. El hecho de que el contenido del dióxido de carbono haya aumentado en los últimos 6000 a 7000 años muestra que el modelo solo es sensible a los efectos de calentamiento de los gases de invernadero [16]. En general, entre los varios factores que afectan el cambio en el sistema climático, los modelos solo pueden reflejar los efectos de calentamiento causados por gases de invernadero, mientras que el enfriamiento causado por otros factores no está reflejado con precisión.
Además, el aumento observado en la temperatura entre 1998 y 2013 fue casi nulo. Hans von Storch, científico climático alemán y profesor de la Universidad de Hamburgo, dijo en 2013: “Estamos ante un desconcierto. Las recientes emisiones de dióxido de carbono aumentaron aún más agudamente de lo que temíamos. Como resultado, según la mayoría de los modelos climáticos, deberíamos haber visto un aumento de temperaturas de alrededor de 0,25 grados Celsius en los últimos 10 años. Eso no ocurrió. En efecto, el aumento en los últimos 15 años fue de solo 0,06 grados Celsius –un valor muy cerca de cero”. Storch cree que esto significa que el modelo probablemente sobreestimó el rol del dióxido de carbono o subestimó el impacto de cambios naturales en el clima. [17]
También hay diferencias entre los científicos sobre cómo considerar los procesos internos del sistema climático. El Dr. Richard Lindzen, miembro de la Academia Americana de Ciencias referido en la Parte I de este capítulo, cree que hay un mecanismo de autorregulación en el sistema climático que disminuye enormemente el efecto de calentamiento de los gases de invernadero. En su ensayo de 2001 escribió que según observaciones, las nubes cirrus tropicales de alta altitud (que permiten que pase la luz del sol, pero bloquean los rayos infrarrojos emitidos desde la superficie y tienen un efecto invernadero) tienen una correlación negativa con la temperatura de la superficie del mar, de manera que cuando la temperatura aumenta, la cobertura de las nubes disminuye. Esto permite que la superficie de la Tierra disipe el calor hacia el espacio exterior sin que la radiación infrarroja sea un obstáculo. Este mecanismo autorregulado se compara con la pupila del ojo humano (que se ajusta según la exposición a la luz) y compensa enormemente el efecto invernadero [18]. La teoría de Lindzen es aún tema de debate.
El excientífico de la NASA Roy Spencer, de la Universidad de Alabama, resumió las observaciones de los satélites y presentó diferentes percepciones sobre el rol de la cobertura de las nubes. Señaló que el modelo climático existente considera a la formación y disipación de nubes observada como una función de los cambios de temperatura, pero que la situación real es exactamente opuesta. Es el cambio en el volumen de las nubes lo que causa los cambios en la temperatura, lo cual lleva a la conclusión de que el efecto de calentamiento de los gases de invernadero es mucho menor que lo predicho por el modelo climático existente. [19]
Los científicos tienen diferentes opiniones sobre la confiabilidad de los datos meteorológicos observados y sobre cómo estos son interpretados. El Dr. John Christy, director del Centro de Investigación de Sistemas de la Ciencia de la Tierra de la Universidad de Alabama, es uno de los autores centrales del IPCC. Él analizó la perturbación de las reservas de gases urbanas superficiales (capas atmosféricas divisorias) cerca del observatorio meteorológico por parte de la expansión urbana y el desarrollo de la superficie (como las actividades agrícolas). Se cree que el aumento de la actividad humana incrementó la temperatura superficial registrada.
En los últimos cien años de registros que muestran el aumento de la temperatura de la superficie, la temperatura más baja en la noche aumenta más rápido que la temperatura más alta en el día. Christy cree que la expansión de la actividad humana en el suelo, y no el aumento de gases de invernadero, puede explicar este fenómeno. [20]
También hay controversia entre los científicos sobre los efectos de un calentamiento climático. Por ejemplo, David Russell Legates, director del Centro de Estudios Climáticos de la Universidad de Delaware, declaró ante el Senado de EE. UU. en 2014: “Mi conclusión general es que las sequías en Estados Unidos son más frecuentes y más intensas durante los períodos más fríos. Así, el registro histórico no garantiza la afirmación de que probablemente el calentamiento global impacte de forma negativa en las actividades agrícolas”. [21]
El Dr. William Happer, exvicerrector de la Universidad de Princeton, declaró ante el Senado de EE. UU. que el nivel actual de dióxido de carbono está en su nivel más bajo histórico y que niveles más altos de dióxido de carbono beneficiarán a las plantas y a las cosechas agrícolas –una realidad ignorada por el IPCC. El Dr. Happer fue fundador del modelo climático cuando era jefe de la Oficina de Investigación de Energía del Departamento de Energía en los años 1990. Él cree que el aumento de la temperatura pronosticado por los modelos climáticos existentes es mucho mayor que el observado porque el modelo sobreestima la volatilidad del sistema climático. [22]
d. Por qué los científicos ambientalistas promueven argumentos catastróficos
Un científico principal del IPCC una vez dijo: “Si queremos una buena política ambientalista en el futuro, tiene que haber un desastre. Es como la seguridad en el transporte público. La única forma de que los humanos actúen es que haya un accidente” [23]. Aunque luego explicó que no estaba abogando por inventar datos, su mensaje fue claro: el desastre es el factor central de acción y de elaboración de políticas.
Vincular el calentamiento global con instancias de clima extremo se convirtió en un método popular para exagerar la severidad de los problemas climáticos. Las hipótesis científicas que concuerdan con la tendencia popular también han estado apareciendo continuamente. A principios de 2014, Norteamérica experimentó un invierno extremadamente frío.
Una teoría sobre las causas del duro invierno es que el calentamiento global resultó en el derretimiento del Polo Norte, lo que luego alteró la ruta de la corriente de chorro. Como resultado, la masa de aire extremadamente fría del Polo Norte se habría dirigido hacia el sur, lo que creó un clima frío más frecuente hacia el sur. Una hipótesis tan contraria a la lógica contó con el apoyo de la prensa y los ambientalistas: incluso el frío extremo es causado por el calentamiento global, afirmaron. De hecho, los registros meteorológicos de largo plazo muestran que la ocurrencia de clima extremadamente frío en Norteamérica ha estado disminuyendo y no al revés.
En 2014, cinco prominentes meteorólogos publicaron una carta conjunta en la revista Science para ilustrar este hecho. Afirmaron que a principios de los años 1960, a fines de los 1970 (especialmente en 1977), y en 1983, cuando la capa de hielo en el Polo Norte era mucho más gruesa y amplia que ahora, hubo un clima frío mucho más severo que en 2014. Dentro de los últimos cincuenta a cien años, lo que es seguro es que la ocurrencia de climas extremadamente fríos ha disminuido. [24]
John Wallace, profesor de ciencia atmosférica, dijo: “Establecer un vínculo entre sucesos de clima extremo y el cambio climático no es tan fácil como parece. El poder de la inferencia estadística está limitado por el tamaño de la muestra. (…) Incluso cuando el nexo es estadísticamente significativo, como en el caso de las olas de calor, cuanto más extremo el suceso, menor la contribución relativa del calentamiento global a la anomalía observada. (…) Las limitaciones impuestas por el tamaño de la muestra no serían un asunto tan serio si se entendieran bien los mecanismos que vinculan los sucesos de clima extremo al cambio climático, pero desafortunadamente, no es así”. [25]
En noviembre de 2017, Steve Koonin, exsubsecretario de ciencia del Departamento de Energía de EE. UU., publicó un artículo de opinión en The Wall Street Journal titulado “Un nuevo informe engañoso sobre el clima”. Allí criticó al Informe Especial de Ciencia Climática del gobierno de EE. UU. por reforzar la mentalidad del desastre con la falsa representación del aumento del nivel del mar. [26]
El Informe Especial de Ciencia Climática afirmaba que desde 1993, el nivel del mar ha estado aumentando al doble de ritmo del registrado en el resto del siglo XX. Pero el informe ignora el hecho de que la reciente velocidad de aumento es comparable con la de principios del siglo XX, cuando la actividad humana tenía poco impacto en el medio ambiente. Esto es engañoso por omisión. El resumen ejecutivo del informe decía que desde mediados de los años 1960, las olas de calor en Estados Unidos se volvieron más frecuentes. No obstante, datos enterrados en el informe mostraron que la frecuencia de las olas de calor actuales no era mayor que la de los años 1900.
Tácticas atemorizantes similares también aparecieron en el Informe de Evaluación Climática de 2014 del gobierno de EE. UU., que enfatizó el aumento de la intensidad de los huracanes a partir de 1980, pero ignoró los registros para períodos más largos. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) afirmó recientemente que no pudo encontrar evidencia del impacto de la actividad humana en la severidad de los huracanes. [27]
En efecto, las olas de calor ocurrieron con más frecuencia en los años 30, no en el siglo XXI. El índice de olas de calor de la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. muestra que en los años 30 hubo cuatro años con un índice de ola de calor anual de 0,45, mientras que el año más caluroso del siglo XXI hasta ahora tiene un índice de alrededor de 0,3 [28]. Las emisiones de gases de invernadero en los años 30 fueron solo del 10 por ciento en relación a lo que son en el siglo XXI. [29]
El profesor Mike Hulme, director del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático del Reino Unido, dijo: “A lo largo de los últimos años se construyó un nuevo fenómeno ambiental en este país: el fenómeno del cambio climático ‘catastrófico’. Parece que el mero ‘cambio climático’ no iba a ser lo suficientemente malo, así que ahora debe ser ‘catastrófico’ para ser digno de atención. (…) ¿Por qué no son solo los activistas, sino también los políticos y los científicos, quienes están abiertamente confundiendo el lenguaje del miedo, el terror y el desastre con la realidad física observable del cambio climático, ignorando activamente la cuidadosa evasiva que rodea las predicciones de la ciencia?”. [30]
El difunto Stephen H. Schneider era un defensor de la teoría climática del “consenso” y fue el autor líder que coordinó el Tercer Informe de Evaluación del Grupo de Trabajo II del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). Al responder a las preocupaciones de Hulme, admitió: “Necesitamos tener un apoyo generalizado para captar la imaginación del público. Eso, por supuesto, involucra recibir una gran cantidad de cobertura en la prensa. Así que tenemos que ofrecer supuestos aterradores, hacer declaraciones simplificadas y dramáticas, y hablar poco sobre cualquier duda que podamos tener”. Él creía que los científicos debían elegir entre “ser efectivos y ser honestos”, aunque agregó que deseaba que fueran las dos cosas. [31]
La crisis climática recibió mucho despliegue publicitario. Detrás hay fuerzas siniestras que intentan no solo cimentar el camino para un gobierno global, sino destruir la ética de investigación en la comunidad científica. La climatología es una disciplina joven, con solo unas pocas décadas de historia. Sin embargo, las hipótesis en torno al calentamiento global fueron tomadas como hechos de manera prematura. La prensa también ha estado manteniendo al calentamiento global en los titulares para encubrir las imprecisiones de la ciencia subyacente. Los gobiernos asignan fondos para investigar las hipótesis del calentamiento global mientras dejan de lado otros descubrimientos. En el proceso de establecer, reafirmar y fortalecer el “consenso”, la naturaleza comunista de lucha y odio queda expuesta.
Mientras los científicos están construyendo un “consenso”, la prensa y los políticos catalogan al “consenso” sobre el cambio climático catastrófico como una doctrina “científicamente comprobada” y la difunden por todo el mundo como si fuese irrefutable. El pensamiento sobre este asunto se ha visto enormemente unificado y ha plantado nociones retorcidas sobre el bien y el mal en las mentes de las personas.
Como dijimos anteriormente, la desestimación de los crímenes de ecoterrorismo cometidos por Greenpeace en Gran Bretaña se basó exactamente en el supuesto consenso de que los gases de invernadero están causando una catástrofe climática. La multitud de regulaciones y políticas basadas en esta doctrina tienen el fin de sembrar el caos en el mundo. Destruir el mundo antiguo por cualquier medio es una estrategia básica del comunismo. Estas medidas son todas para pavimentar el camino hacia una solución falsa –un gobierno global– para una crisis inventada, con el propósito aparente de salvar a la Tierra y a la humanidad.
3. Ambientalismo: otra forma de comunismo
En las últimas décadas, con las fuerzas comunistas en retroceso y los problemas políticos y económicos de los regímenes comunistas expuestos, el comunismo se aferró al ambientalismo para continuar con sus planes.
a. Infiltración política: construyendo un gobierno mundial
Un método importante que el comunismo utiliza para establecer el control es usar al gobierno para privar a la gente de su propiedad y libertad, y expandir el poder estatal infinitamente. Es muy difícil poner tal método en práctica en el mundo occidental democrático. No obstante, el ambientalismo ofrece al comunismo un arma mágica. La gente es privada de sus derechos en nombre de la “protección ambiental”.
Primero, las ideologías ambientalistas son usadas para la redistribución de la riqueza. Tradicionalmente, los Estados comunistas reasignan la riqueza mediante una revolución. Sin embargo, a lo largo de los años, este enfoque se hizo cada vez más difícil. Por lo tanto, los ambientalistas adoptaron estrategias indirectas, obligando a la gente a renunciar silenciosamente a su libertad y propiedad en nombre de evitar la tragedia ambiental. El grupo Friends of the Earth (Amigos de la Tierra) afirma: “Una respuesta al cambio climático debe tener en su corazón la redistribución de la riqueza y de los recursos” [32]. Mayer Hillman, una prominente pensadora verde, dijo que “el racionamiento es la única forma de evitar el cambio climático desenfrenado” y que “[el racionamiento de carbón] tiene que ser impuesto a la gente, les guste o no”, porque “la democracia es un objetivo menos importante que proteger al planeta de la muerte de la vida, el fin de la vida en él”. [33]
En la “batalla” contra el cambio climático, Gran Bretaña fue la primera en presentar el concepto de cupones individuales de ración de carbón. Un científico británico consideró esto como “la introducción de una segunda moneda en la que todos tendrán la misma porción –la redistribución de la riqueza teniendo que comprar créditos de carbón a alguien menos adinerado”. [34]
Quienes vivieron en la Unión Soviética o en la China comunista pueden ver fácilmente a este tipo de racionamiento de carbón como otro método para construir un sistema totalitario. En China, los cupones de comida se solían usar para comprar productos básicos como aceite de cocina, granos y tela. Con el racionamiento de alimentos, por un lado, la riqueza era redistribuida; por otro lado, el gobierno central tenía control supremo sobre la riqueza y la libertad.
Segundo, las ideologías ambientalistas también son usadas para restringir la libertad individual. En países de Occidente, que se enorgullecen de tener una tradición de libertades personales, es extremadamente difícil que la gente automáticamente renuncie a sus derechos y acepte numerosas limitaciones en su vida privada. Para forzar a la gente a renunciar a su libertad y derechos, la catástrofe ambiental imaginaria se convirtió en una forma conveniente. “Calentamiento global” y “últimos días en la Tierra” se convirtieron en los mejores lemas para los ambientalistas. La Carbon Sense Coalition ofreció la siguiente compilación de propuestas para obligar a la gente a modificar su comportamiento en nombre de resolver el calentamiento global:
- Prohibir las bombillas incandescentes.
- Prohibir el agua embotellada.
- Prohibir que los autos privados circulen en ciertas áreas.
- Prohibir los televisores plasma
- Prohibir la construcción de aeropuertos nuevos
- Prohibir la construcción de extensiones a los aeropuertos existentes.
- Prohibir el modo reposo en electrodomésticos.
- Prohibir la energía generada por carbón.
- Prohibir los sistemas eléctricos de agua caliente.
- Prohibir vacacionar en auto
- Prohibir los fines de semana de tres días
- Cobrar impuestos por bebés.
- Cobrar impuestos por automóviles grandes.
- Cobrar impuestos sobre áreas de estacionamiento en los supermercados.
- Cobrar impuestos sobre la basura.
- Cobrar impuestos por tener una segunda vivienda.
- Cobrar impuestos por tener dos autos.
- Cobrar impuestos por volar en avión para vacacionar.
- Cobrar impuestos sobre la electricidad para subsidiar la [energía] solar.
- Cobrar impuestos sobre los salones de exhibición de grandes automóviles
- Cobrar impuestos ecológicos a los autos que entren a las ciudades
- Requerir permisos para conducir un auto más allá de los límites de tu ciudad.
- Limitar las opciones de electrodomésticos
- Emitir créditos de carbón para cada persona.
- Dictar los estándares de eficiencia de combustible
- Investigar cómo reducir la producción de metano de los alces de Noruega.
- Quitar las líneas blancas de los caminos para hacer que los motoristas conduzcan con más cuidado. [35]
Tercero, el ambientalismo puede ser y es usado para expandir el tamaño y la autoridad de un gobierno grande. Varios países occidentales no solo tienen grandes agencias de protección ambiental, sino que también usan al medio ambiente como una excusa para establecer nuevas agencias gubernamentales y expandir la autoridad de las agencias existentes. Todas las agencias tienen una tendencia burocrática hacia la autopreservación y la expansión, y las agencias ambientales no son la excepción. Abusan el poder en sus manos para difundir el relato de la catástrofe ambiental al público en general a fin de obtener más financiamiento y asegurar sus puestos dentro de la estructura gubernamental. Finalmente, los contribuyentes son los que pagan la cuenta.
La ciudad de San Francisco estableció un puesto de Jefe de Clima de la Ciudad con un salario anual de USD 160.000. El vecindario más pobre en Londres (Tower Hamlets) tiene cincuenta y ocho cargos oficiales relacionados con el cambio climático [36]. La lógica es la misma que las de universidades y empresas que tienen funcionarios de “diversidad”.
El ambientalismo puede ser usado para sugerir que la democracia quedó obsoleta y así presionar por el establecimiento de un gobierno totalitario multinacional o incluso global. Los ambientalistas afirman que la democracia no puede manejar la crisis ambiental que se avecina. En cambio, sostienen que para sobrepasar los desafíos por delante, debemos adoptar formas totalitarias o autoritarias de gobierno, o al menos algunos de sus aspectos. [37]
La autora Janet Biehl resumió con precisión este tipo de mentalidad diciendo que “es necesaria una ‘ecodictadura’” [38] cuyo fundamento obvio es que ninguna sociedad libre se sometería voluntariamente a lo que requiere la agenda verde.
Paul Ehrlich, uno de los fundadores del ambientalismo, escribió en el libro Cómo ser un sobreviviente: un plan para salvar la astronave Tierra:
“1. Debe incorporarse el control poblacional tanto en países sobredesarrollados como subdesarrollados;
2. Los países sobredesarrollados deben ser menos desarrollados;
3. Los países subdesarrollados deben ser semidesarrollados;
4. Deben establecerse procedimientos para monitorear y regular el sistema mundial en un esfuerzo continuo por mantener un balance óptimo entre población, recursos y medio ambiente”. [39]
En la práctica, excepto por un gobierno totalitario global, ningún gobierno u organización podría acumular tanta autoridad. En efecto, esto equivale a usar el ambientalismo para fomentar un gobierno totalitario global.
En última instancia, el programa ambientalista sugiere que el sistema comunista es superior y glorifica el totalitarismo comunista. Dado que el crecimiento poblacional lleva a un mayor consumo de recursos, más emisiones de carbón y más desperdicio de productos, los ambientalistas promueven el control poblacional o incluso la reducción de la población. Esto llevó a que muchos ambientalistas occidentales promuevan el control poblacional del Partido Comunista Chino (PCCh).
Reuters estimó en un artículo que debido a la política de un solo hijo implementada en los años 80, el régimen del PCCh fue capaz de limitar su población a 1300 millones; sin el tope, la población china habría alcanzado los 1600 millones. El autor del artículo señaló que la política del PCCh tenía el efecto secundario de contribuir a la reducción de las emisiones globales de carbón. Lo que ignoró es la eliminación de cientos de millones de vidas y el gran sufrimiento que implicó para las familias afectadas.
Uno de los asuntos más relevantes que afectan al medio ambiente es la contaminación, inclusive la del aire y la del agua. El modelo económico del PCCh consume energía a un ritmo enorme, convirtiendo a China en el contaminador más grande del mundo, con la peor contaminación de aire en grandes ciudades y severa contaminación del agua. La mayoría de los ríos en China ya no tienen agua potable. Las tormentas de arena de China soplan a lo largo del mar hasta Corea y Japón, cruzando incluso el Océano Pacífico y llegando a la Costa Oeste de Estados Unidos.
Lógicamente, los verdaderos ambientalistas deberían hacer de China el blanco principal de sus críticas, pero curiosamente, muchos ambientalistas elogian al PCCh, e incluso lo ven como la esperanza de la protección ambiental. El sitio web del Partido Comunista de EE. UU., People’s World, reportó extensamente sobre noticias ambientales. El tema central de sus artículo es que las políticas ambientalistas del gobierno de Trump destruirán el país e incluso el mundo, mientras que el PCCh es la fuerza de su salvación. [40]
El expresidente de la República Checa, Václav Klaus, economista, escribió en el libro Planeta azul en cadenas verdes: ¿Qué está en peligro, el clima o la libertad?: “El ambientalismo es un movimiento que intenta cambiar radicalmente el mundo sin importar las consecuencias (a costa de vidas humanas y severas restricciones a la libertad individual). Intenta cambiar a la humanidad, el comportamiento humano, la estructura de la sociedad, el sistema de valores, ¡simplemente todo!” [41]
Klaus cree que la actitud de los ambientalistas hacia la naturaleza es análoga al enfoque de Marx hacia la economía: “El objetivo en ambos casos es reemplazar la evolución libre y espontánea del mundo (y la humanidad) por lo que sería un planeamiento óptimo, central o –usando el adjetivo de moda– global del desarrollo mundial. Al igual que el comunismo, este enfoque es utópico y llevaría a resultados completamente diferentes de los deseados. Como otras utopías, esta nunca podrá materializarse, y los esfuerzos para que se materialice solo pueden ser llevados a cabo restringiendo la libertad, a través de la dictadura de una minoría pequeña de elitistas por sobre la abrumadora mayoría”. [42]
“Esta ideología predica sobre la Tierra y la naturaleza, y bajo las consignas de su protección –de forma similar a los viejos marxistas– quiere reemplazar la evolución libre y espontánea de la humanidad mediante una suerte de planeamiento central (ahora global) del mundo entero”. [43]
Por estas razones, Klaus se opone fuertemente a los intentos de usar la causa de la protección ambiental con el fin de construir un gobierno nacional o global para dominar al público en general.
b. Culpar al capitalismo
Uno de los objetivos del comunismo es derribar al capitalismo. El ambientalismo trata al capitalismo como el enemigo natural del medio ambiente, así que comparte un rival en común con el comunismo. Cuando el comunismo sufrió un revés en los movimientos de trabajadores en los países occidentales desarrollados, hizo cambios y se apropió de la causa ambientalista. El activismo normal para la protección ambiental se transformó en un activismo que apunta a vencer el capitalismo.
La doctrina comunista originalmente describía una utopía, un “Cielo en la Tierra”, a fin de incitar a la gente pobre a rebelarse y derribar el sistema social existente. Bajo la falsa identidad del ambientalismo, el comunismo adoptó un enfoque similar, pero la visión que describe es exactamente opuesta: en vez de la maravillosa utopía de los trabajadores hay una distopía aterradora, una visión del “infierno en la Tierra”. Según este supuesto, en cien años, la misma supervivencia de la humanidad estará en riesgo debido al calentamiento global, desprendimientos de tierra, tsunamis, sequías, inundaciones y olas de calor.
Los reclutas a los que apunta este movimiento no son los pobres, sino más bien los ricos, de los que se espera que abandonen sus estilos de vida. Pero la intervención gubernamental es necesaria para obligar a la gente a renunciar a sus vidas de comodidad y conveniencia. Un gobierno obviamente no es suficiente, así que es necesaria una ONU poderosa o algún otro gobierno global. Si el movimiento es incapaz de despegar, la visión de una crisis ecológica inminente podría ser resaltada aún más, fomentando el pánico y el miedo necesario para influenciar al público y a los gobiernos a aceptar la implementación forzosa de políticas ambientales, y así lograr el objetivo de destruir el capitalismo e imponer el comunismo.
Según las doctrinas originales del comunismo, luego de tomar el poder, el primer paso es despojar a los acaudalados de su riqueza con el supuesto propósito de redistribuirla a los pobres. En realidad, los pobres continúan siendo pobres mientras que toda la riqueza termina en manos de funcionarios corruptos. El segundo paso implica establecer una economía controlada por el Estado y la abolición de la propiedad privada. Esto destruye la economía nacional y reduce a todos a una vida de dificultades.
Echemos un vistazo a los objetivos del ambientalismo. En primer lugar, convoca a los países ricos a ayudar a los países más pobres, esto es, redistribuir la riqueza a escala global. En realidad, los países pobres permanecen pobres, mientras que el dinero que estaba destinado a su desarrollo generalmente termina en manos de funcionarios corruptos de esos países.
En segundo lugar, el ambientalismo aboga por expandir el gobierno y reemplazar los mecanismos del mercado con economías planificadas, usando todo tipo de políticas ambientalistas draconianas para obstruir el funcionamiento normal del capitalismo, obligando a las empresas a cerrar o a trasladarse al extranjero, desplomando así la economía nacional. Mediante estos métodos enfocados en el mercado, el movimiento ambientalista busca incapacitar al capitalismo. En este sentido, el ambientalismo comparte una distintiva similitud con las doctrinas del comunismo clásico. Para ponerlo en términos simples, el ambientalismo es comunismo con otro nombre y sembraría el caos en el mundo.
El foco del ambientalismo es difundir el miedo a un desastre futuro y mantener al público y a los gobiernos como rehenes de este miedo. Pero entre aquellos que promueven activamente este pánico al fin del mundo, muchos viven vidas lujosas, usan grandes cantidades de energía y dejan una gran huella de carbono. Claramente, no piensan que el desastre sea inminente.
Con el fin de aprovecharse de la mentalidad de crisis, especialmente usando el “enemigo en común” del “calentamiento global” para unir diferentes fuerzas que se oponen al capitalismo, se ha vuelto imperativo para los ambientalistas enfatizar y exagerar la naturaleza de la supuesta crisis.
La forma más simple es crear un enorme y masivo miedo a usar las fuentes de energía más baratas, esto es, combustibles fósiles –carbón, petróleo, gas natural– y también energía nuclear. Los ambientalistas tuvieron éxito hace décadas en hacer que la gente tenga miedo a la energía nuclear, y ahora están intentando hacer que la gente tenga miedo de utilizar combustibles fósiles al decir que estos conducen al catastrófico calentamiento global.
Las rigurosas regulaciones ambientales se convirtieron en una importante herramienta para combatir el capitalismo, especialmente las economías capitalistas, y ahora se las conoce como mata empleos. Los programas de estímulo verde, programas de energía limpia, nuevas regulaciones de plantas de energía, regulaciones de vehículos más estrictas, el Acuerdo de París, y así, fueron todos promovidos bajo el nombre de prevenir el calentamiento global.
No obstante, en realidad la ciencia climática no concluyó que el calentamiento global haya sido causado por la actividad humana o que el calentamiento global conducirá definitivamente al desastre. Si detrás del cambio climático hay causas naturales, entonces todas estas políticas de gobierno solo sirven para impedir el desarrollo económico sin beneficiar de forma alguna a la humanidad.
Bajo la influencia del ambientalismo, la gente ciegamente hace más estrictos a los estándares de emisión de gases para los automóviles y prohíbe varias sustancias y químicos sin ninguna base científica. Esto naturalmente significa mayores costos de fabricación y menos ganancias, seguidos de un mayor desempleo y la tercerización de la industria a países en desarrollo donde los costos son menores. Incluso los partidarios de la protección ambiental tienen que admitir que aumentar la eficiencia del combustible de todos los autos a 23 kilómetros por litro para 2025 implicaría como mucho recortar la magnitud del calentamiento global en 0,02 grados Celsius para el año 2100 [44]. Esto no haría prácticamente nada para ayudar a reducir el calentamiento global. Varias restricciones de dudosa efectividad costaron los trabajos de millones de trabajadores y asestaron un fuerte golpe a las industrias manufactureras, facultades de investigación, energía innovadora y competitividad internacional en países occidentales.
Las industrias que se originan en las necesidades de protección ambiental están básicamente motivadas por subsidios gubernamentales y no siguen la demanda del mercado. Comenzar la producción masiva de productos sin avances reales en investigación es muy poco práctico. Estas compañías “verdes” apenas pueden mantenerse en el mercado, mucho menos estimular el mercado de trabajo. Con la globalización, muchas de ellas se mudan al extranjero, causando pérdidas para sus países de origen.
Los partidarios de la protección ambiental promueven con gran entusiasmo la energía verde y le dieron un empujón a la energía solar y eólica. Desafortunadamente, la contaminación que se produce al generar energía verde es subestimada o simplemente escondida de la vista. En el proceso de fabricar paneles solares, se crea el mortal veneno tetracloruro de silicio como subproducto. Un artículo del Washington Post cita a Ren Bingyan, un profesor en la Facultad de Ciencias Materiales de la Universidad Industrial de Hebei: “La tierra donde lo tires o entierres será infértil. No crecerá hierba ni árboles en en ese lugar. (…) Es como dinamita: es venenoso, es contaminante. Los seres humanos nunca pueden tocarlo”. [45]
La producción de paneles solares consume una enorme cantidad de energía convencional, inclusive carbón y petróleo. Es justo decir que la energía verde en tales casos no deja verde a la Tierra, sino contaminada.
Según el Acuerdo de París, para 2025, los países desarrollados tendrán que dar USD 100.000 millones por año para ayudar a los países en desarrollo a mejorar su estructura energética y tecnología industrial. Estados Unidos tiene que proveer el 75 por ciento del financiamiento entre los más de cien países firmantes. Al mismo tiempo, para el año 2025, se requiere que Estados Unidos recorte sus emisiones de gases de invernadero entre un 26 y un 28 por ciento en relación a los niveles de 2005. Esto significa que cada año, Estados Unidos debería recortar 1600 millones de toneladas de emisiones.
En cuanto a China, el país que sobrepasó a Estados Unidos para convertirse en el contaminador más grande del mundo, el Acuerdo de París le permite llegar a un pico de emisiones de dióxido de carbono para el año 2030. [46]
En una declaración sobre el Acuerdo de París, el Presidente Trump dijo: El cumplimiento de los términos del Acuerdo de París y las onerosas restricciones a la energía que puso sobre Estados Unidos podrían costar a América la pérdida de 2,7 millones de empleos para 2025, según [la consultora] National Economic Research Associates. (…)
Según ese mismo estudio, para 2040, el cumplimiento con los compromisos asumidos por el gobierno anterior recortaría la producción de los siguientes sectores: 12 por ciento menos en papel; 23 por ciento menos en cemento; 38 por ciento menos en hierro y acero; 86 por ciento menos (…) en carbón; 31 por ciento menos en gas natural. El costo para la economía esta vez sería de cerca de USD 3 billones en pérdidas del PIB y 6,5 millones de empleos industriales, mientras que los hogares tendrían USD 7000 menos en ingresos y, en varios casos, mucho peor que eso. [47]
Con el auge del movimiento ambientalista, los países comunistas se tomaron un respiro en su lucha contra Occidente. Regulaciones y acuerdos irracionales ahogan a las industrias, economías y tecnología en los países capitalistas occidentales. Esto es un obstáculo para que Estados Unidos cumpla su rol como bastión de Occidente en la lucha contra el comunismo.
No negamos que el medio ambiente necesite protección. Sin embargo, el objetivo de la protección ambiental debería ser servir a la humanidad, la forma de vida más elevada. La necesidad de proteger al medio ambiente debería estar balanceada con las necesidades de la humanidad. La protección ambiental sin tener en cuenta estos factores es excesiva y sacrifica a la humanidad, mientras el comunismo se la apropia. Al ambientalismo de hoy no le importa el equilibrio y se convirtió en una ideología extremista. Sin dudas, muchos ambientalistas albergan buenas intenciones. Pero en su búsqueda de movilizar y concentrar los recursos estatales en aras de su causa, se están alineando con el comunismo.
c. Supresión de las voces opositoras en la prensa
En junio de 2008, el programa “Good Morning America” de la cadena televisiva ABC emitió un episodio especial imaginando el futuro y haciendo predicciones sobre el impacto del calentamiento global en la Tierra y la humanidad durante el próximo siglo. En el programa, un “experto” afirmó que en 2015 el nivel del mar aumentaría rápidamente, ocasionando que Nueva York se inundase. Un entrevistado dijo que para esa época habría “fuego extendiéndose por cientos de kilómetros”, un galón (3,78 litros) de leche costaría USD 12,90 y un galón de gasolina costaría USD 9. Los puntos de vista presentados en el programa eran tan exagerados que un presentador del show no pudo evitar preguntar si todo esto era verdaderamente posible.
En realidad, esa no es la pregunta central que la prensa tiene que considerar. El ambientalismo utiliza la “conciencia de la crisis” para manejar al público, pero conciencia e incertidumbre sobre la crisis son dos conceptos diferentes. ¿Cómo puede ser que algo que no está confirmado por la ciencia justifique una sensación de crisis? Por lo tanto, el ambientalismo usa la bandera de proteger al futuro de la humanidad para suprimir las diferentes voces y llegar a un consenso público bajo el pretexto del consenso científico.
En su libro El ambientalista escéptico: Midiendo el estado real del mundo, el economista danés Bjørn Lomborg escribió que el calentamiento climático fue causado por la actividad humana. No obstante, él creía que la adaptabilidad humana y los avances tecnológicos mantendrían a raya el desastre. Dado que esto no estaba de acuerdo con el dogma ambientalista del cambio climático hecho por el hombre, fue entonces criticado por personas de muchas profesiones diferentes.
El presidente del Panel de Cambio Climático de la ONU comparó a Lomborg con Hitler. El Comité Danés de Deshonestidad Científica anunció luego de una investigación que Lomborg había cometido “deshonestidad científica” (pero las subsiguientes investigaciones gubernamentales probaron que Lomborg era inocente). Sus opositores intentaron usar la decisión del Comité de Deshonestidad Científica para removerlo de su cargo como director del Instituto Danés de Evaluación Ambiental. En la estación de tren, la gente ni siquiera estaba dispuesta a pararse en la misma plataforma que Lomborg. Un ambientalista le arrojó una tarta. [48]
En su libro La gran metida de pata del calentamiento global: cómo la madre naturaleza engañó a los máximos científicos climáticos del mundo, el Dr. Roy Spencer, climatólogo que fue experto en satélites para la NASA, resumió un listado de catorce técnicas de propaganda usadas por los ambientalistas, incluyendo causar el pánico, apelar a las autoridades, mentalidad de rebaño, declaración de victoria, ataques personales, sensacionalismo e inventar rumores. [49]
En 2006, el periodista británico Brendan O’Neill escribió “Un clima de censura”, un artículo que describía la represión de la opinión y la retórica burlona que enfrentan las personas en muchos países si se atreven a dudar de la teoría del cambio climático [50]. Por ejemplo, un diplomático británico dijo en un discurso público que la prensa debería tratar a quienes dudan del cambio climático igual que a los terroristas, y que no se les debería brindar una plataforma para hablar.
O’Neill señala que los escépticos de la teoría del cambio climático fueron catalogados como “negadores”. Esto incluye a varios grupos de personas, que van desde los que reconocen el calentamiento climático pero creen que somos capaces de adaptarnos a él, hasta los que niegan completamente el calentamiento como fenómeno científico. La potencia de esta etiqueta es considerable. Charles Jones, un profesor de inglés jubilado de la Universidad de Edimburgo, dijo que el término “negador” está diseñado para poner a los escépticos al mismo nivel de depravación moral que los negadores del Holocausto. Según O’Neill, algunas personas incluso afirman que los escépticos de la teoría del cambio climático son cómplices del ecoHolocausto que se avecina y que en el futuro podrían enfrentar juicios al estilo de Nuremberg.
Un conocido escritor ambientalista escribió: “Deberíamos realizar juicios de guerra sobre los cretinos [los escépticos de la teoría del cambio climático] como una versión climática de los juicios de Nuremberg”. Un autor comentó: “Solo en países autoritarios escuché este tipo de pensamiento o discurso sentenciante. (…) Demonizar a un grupo de personas y describir su discurso como tóxico y peligroso está a solo un paso de cometer niveles más rigurosos de censura” [51]. Este razonamiento es correcto. Restringir el derecho a pensar es una de las formas en que el comunismo separa a la gente del concepto de bien y mal basado en valores universales.
Un profesor de astronomía de Harvard publicó un ensayo que discute el rol del sol en el cambio climático en base a los registros de temperatura histórica del pasado. Debido a que esto desafió el dogma de que los humanos son los culpables del cambio climático, un sitio web ambientalista lo catalogó como un “asesino en masa tentativo” y a todos los otros disidentes como “criminales”. [52]
Tales ejemplos son demasiados como para contarlos. Un alto funcionario de un gran grupo ambientalista advirtió que la prensa debería pensar dos veces antes de transmitir los puntos de vista de los escépticos del cambio climático porque “permitir que se difunda tal desinformación causaría daño”. [53]
El Secretario de Relaciones Exteriores británico dijo en un discurso que al igual que los terroristas no tienen permitido aparecer en la prensa, los escépticos del calentamiento global no deberían tener el derecho a transmitir sus ideas [54]. Los principales columnistas de Australia están comenzando a considerar llevar a juicio a los que niegan el cambio climático bajo la acusación de cometer “crímenes contra la humanidad”. En una cumbre a la que asistieron políticos importantes de Australia, entre ellos el Primer Ministro, se planteó la propuesta de privar de su ciudadanía a los infractores. Una idea era reexaminar a los ciudadanos australianos y renovar la ciudadanía solo a aquellos que se verificara son “amigos del ambiente climático”. [55]
Algunos incluso intentaron usar la fuerza legal para extinguir las voces de quienes se oponen a la hipótesis del calentamiento climático. En 2015, veinte académicos enviaron una carta al presidente de EE. UU. y al fiscal general solicitando que se aplique la Ley sobre Organizaciones Corruptas e Influidas por la Extorsión (RICO) para investigar empresas y organizaciones con puntos de vista no convencionales sobre el cambio climático. Esto cuenta como intentar usar la ley para inhibir la libertad de expresión. [56]
En 2016, los fiscales generales de varios estados de EE. UU. formaron una coalición para investigar si las industrias de energía tradicional estaban engañando a los inversionistas y al público sobre el “impacto del cambio climático”, y de ser así, enjuiciarlos. Como señaló la Fundación Heritage, tales alegatos e investigaciones contra quienes tienen opiniones diferentes violan la Primera Enmienda de la Constitución de EE. UU. y reprimen el debate sobre importantes políticas públicas. [57]
d. Grupos ‘civiles’ manipulados para la revolución en las calles
Los movimientos de masas son una de las estrategias del comunismo para difundir su influencia a lo largo de las naciones y del mundo. Muchas organizaciones ambientalistas movilizan grandes cantidades de personas para realizar campañas de protección ambiental. Hicieron lobby y se apropiaron de las instituciones gubernamentales y de la ONU para formular y reforzar acuerdos y regulaciones irracionales. También crearon incidentes violentos para silenciar al público en general.
Como afirmó el representante radical izquierdista Saul Alinsky, es necesario esconder los verdaderos propósitos de un movimiento y movilizar a la gente a gran escala para que apoye objetivos locales, temporales, plausibles y benignos. Cuando la gente se acostumbra a estas formas relativamente moderadas de activismo, es relativamente fácil hacer que actúen con fines más radicales. “Recuerden: una vez que se organiza a la gente alrededor de algo tan aceptado como la contaminación, entonces la gente organizada está movilizándose. Desde ahí hay un paso corto y natural hacia la contaminación política, hacia la contaminación del Pentágono”, dijo Alinsky. [58]
El primer Día de la Tierra en 1970, más de 20 millones de estadounidenses participaron en protestas callejeras por cuestiones ambientales. El control poblacional se convirtió en el método elegido para tratar con la degradación ambiental. En ese tiempo, muchas organizaciones izquierdistas en Estados Unidos decidieron ir a donde estaba la gente. Participaron en el movimiento ambiental y abogaron por el socialismo como un medio para restringir el crecimiento de la población.
Una variedad de grupos izquierdistas usan al ambientalismo como paquete ideológico para realizar manifestaciones callejeras abogando por la revolución. Por ejemplo, si Estados Unidos tiene un “movimiento climático popular”, se puede inferir que es producto de partidos comunistas. Las organizaciones involucradas son el Partido Comunista de EE. UU., Socialismo en Acción, el Partido Comunista Revolucionario Maoísta Americano, la Sociedad Ecológica, Trabajadores Socialistas, Socialismo Alternativo, Socialismo Americano Democrático, Socialismo Libre, y así. Organizaron el Acto Climático del Pueblo y el Desfile Climático del Pueblo. Los lemas en estas manifestaciones incluyeron “reforma institucional, no cambio climático”, “el capitalismo está asesinando a Estados Unidos”, “el capitalismo está destruyendo el ambiente”, “el capitalismo está destruyendo el planeta”, y “luchando por un futuro socialista”. [59]
Estos grupos, con un mar de banderas rojas, marcharon en varias ciudades grandes de Estados Unidos, incluido Washington, D.C. [60]. Con más y más elementos comunistas y socialistas para fortalecer al ambientalismo, la “paz verde” hizo una transición completa hacia la revolución roja.
e. Una nueva religión de antihumanismo
Además de apoderarse del ambientalismo y convertirlo en un movimiento político, las influencias comunistas convirtieron al ambientalismo una secta antihumanista.
Michael Crichton, autor de Jurassic Park, una vez dijo que el ambientalismo es una de las religiones más poderosas en el mundo occidental de hoy. Él cree que el ambientalismo posee la típicas características de una religión: “Hay un Edén inicial, un paraíso, un estado de gracia y unidad con la naturaleza, hay una caída de la gracia hacia un estado de contaminación como resultado de comer del árbol del conocimiento, y como resultado de nuestras acciones hay un día de juicio final que llegará para todos. Somos todos pecadores energéticos, condenados a morir, a menos que busquemos la salvación, que ahora es llamada sustentabilidad. La sustentabilidad es la salvación en la iglesia del medio ambiente”. [61]
Crichton cree que todos los credos del ambientalismo son una cuestión de fe. “Se trata de si vas a ser un pecador, o [si serás] salvado. Si serás una de las personas del lado de la salvación, o del lado de la destrucción. Si serás uno de nosotros, o uno de ellos”. [62]
Esta perspectiva fue reconocida por un número de académicos. William Cronon, un influyente historiador ambientalista de Estados Unidos, cree que el ambientalismo es una nueva religión porque propone un complejo sistema de requisitos éticos para juzgar el comportamiento humano. [63]
El reconocido científico y mecánico cuántico Freeman Dyson, citado más arriba, dijo en un artículo en el New York Book Review de 2008 que “una religión secular mundial” de ambientalismo “reemplazó al socialismo como la religión secular líder”. Esta religión sostiene que “depredar el planeta con productos de desperdicio fruto de nuestra vida lujosa es un pecado, y que el camino de rectitud es vivir lo más frugalmente posible”. La ética de esta nueva religión, explicó, está siendo enseñada a niños en jardines de infantes, escuelas y universidades de todo el mundo. [64]
Muchos ambientalistas no evitan este tema. Rajendra Pachauri, exdirector del IPCC que renunció luego de un escándalo de acoso sexual, dijo en su carta de renuncia que el ambientalismo “es mi religión”. [65]
A medida que el ambientalismo pasó a tener una naturaleza más ideológica y religiosa, se tornó cada vez más intolerante hacia otros puntos de vista. El expresidente checo Klaus cree que el movimiento ambientalista ahora es impulsado más por la ideología que por la ciencia; en su lugar, es una cuasirreligión que apunta a destruir la sociedad existente. Esta nueva religión, como el comunismo, describe una imagen maravillosa de utopía, esto es, usar la sabiduría humana para planear el ambiente natural y rescatar al mundo. Esta “salvación” está basada en oponerse a la civilización existente. Por ejemplo, el presidente del Panel Asesor de la Universidad por la Paz de Naciones Unidas y arquitecto del Protocolo de Kyoto dijo: “¿Acaso la única esperanza para el planeta no es que las civilizaciones industrializadas colapsen?”. [66]
Klaus resumió su postura: “Si tomamos seriamente el razonamiento de los ambientalistas, descubriremos que tienen una ideología antihumana”. Concuerda con el biólogo Ivan Brezina en que el ambientalismo no es una respuesta racional y científica a una crisis ecológica, sino que se reduce a una negación generalizada de la civilización. [67]
El ambientalismo fomenta el odio entre la gente atacando a quienes tienen opiniones diferentes, todo en nombre de proteger el medio ambiente. El antihumanismo radical se hace evidente en este odio y extremismo. El crítico político canadiense Mark Steyn dice que según los ambientalistas, “Somos la contaminación; la esterilización es la solución. La mejor manera de legar un medio ambiente más sustentable para nuestros hijos es no tener ninguno”. Da el ejemplo de Toni Vernelli, una mujer británica que tuvo un aborto y se esterilizó porque creía que tener hijos era malo para el medio ambiente. [68]
Este pensamiento considera al hombre como el principal culpable de destruir a la naturaleza. Coloca al ambiente natural como una prioridad suprema, muy lejos de la posición sagrada de los seres humanos, incluso controlando la fertilidad humana y privando a la gente de su mismo derecho a existir. Esta postura no es diferente del comunismo, es antihumana en su núcleo. Esta nueva religión reemplaza la creencia tradicional de que el hombre es el amo de la Tierra. Esta combinación de religiosidad, totalitarismo y la unidad coercitiva de ideas, junto con la revolución anticapitalista, no pueden garantizar la protección de la naturaleza por parte de los seres humanos. Por el contrario, destruirá la civilización existente, las libertades y el orden existentes, y creará un pánico y un caos sin precedentes, lo que llevará a la humanidad por un camino equivocado. Este es el verdadero designio de las influencias comunistas detrás del ambientalismo.
Conclusión: Para escapar de la crisis ambiental, debemos honrar lo divino y restaurar la tradición
Dios creó a la humanidad y a la bella y próspera Tierra. Este es un ambiente en el que viven y se multiplican los seres humanos. La gente tiene el derecho a usar los recursos de la naturaleza, y al mismo tiempo, tiene la obligación de atesorar los recursos naturales y cuidar el medio ambiente. Durante miles de años, los seres humanos prestaron atención a las advertencias dejadas por los dioses en tiempos antiguos y vivieron en armonía con la naturaleza.
Los problemas ambientales que emergieron en tiempos modernos son básicamente el resultado del deterioro del corazón humano. Esta decadencia moral se vio amplificada por el poder de la ciencia y la tecnología. El ambiente natural contaminado no es más que una manifestación externa de la contaminación moral de la humanidad. Para purificar el medio ambiente, uno debe comenzar purificando el corazón.
El auge de la conciencia ambiental proviene del instinto humano de autopreservación. Por un lado, esto es natural y entendible, pero por otro lado, se convirtió en una brecha a ser explotada por el espectro comunista. El comunismo se movilizó para crear pánico a gran escala, abogar por una serie de valores torcidos, privar a la gente de su libertad, intentar expandir el gobierno, e incluso imponer un gobierno mundial. Aceptar esta forma alternativa de comunismo a fin de salvar el medio ambiente implica la amenaza de colocar a la humanidad en una situación de esclavitud y facilitar su destrucción.
Un programa político obligatorio no es la respuesta a los problemas ambientales que enfrentamos, y confiar en la tecnología moderna tampoco es una salida. Para resolver la crisis, debemos llegar a un entendimiento más profundo del universo y de la naturaleza, así como de la relación entre el hombre y la naturaleza, mientras mantenemos un estado moral recto. La humanidad debe restaurar sus tradiciones, mejorar la moralidad y encontrar la forma de regresar al camino establecido por los dioses. Al hacer eso, la gente naturalmente recibirá sabiduría divina y bendiciones. Un mundo natural bello y lleno de vida se verá restaurado. El resplandor y la prosperidad del Cielo y la Tierra acompañarán al hombre para siempre.
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Referencias
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[42] Klaus, Blue Planet in Green Shackles, 7–8.
[43] Klaus, Blue Planet in Green Shackles, 100.
[44] John Fund, “Rollback Obama’s CAFE Power Grab, Give Car Consumers Freedom,” National Review, May 23, 2018, https://www.nationalreview.com/corner/fuel-standards-cafe-epa-rolls-back/.
[45] Ariana Eunjung Cha, “Solar Energy Firms Leave Waste Behind in China,” The Washington Post, March 9, 2008, http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2008/03/08/AR2008030802595.html?referrer=emailarticle&noredirect=on.
[46] The Paris Agreement on Climate Change, Natural Resources Defense Council (NRDC), December 2015, IB: 15-11-Y, https://www.nrdc.org/sites/default/files/paris-climate-agreement-IB.pdf.
[47] Donald J. Trump, “Statement by President Trump on the Paris Climate Accord,” The White House, June 1, 2017, https://www.whitehouse.gov/briefings-statements/statement-president-trump-paris-climate-accord/.
[48] Horner, Red Hot Lies, 117.
[49] Roy W. Spencer, The Great Global Warming Blunder: How Mother Nature Fooled the World’s Top Climate Scientists (New York: Encounter Books, 2010), 31.
[50] Brendan O’Neill, “A Climate of Censorship,” The Guardian, November 22, 2006, https://www.theguardian.com/commentisfree/2006/nov/22/aclimateofcensorship.
[51] O’Neill, “A Climate of Censorship.”
[52] Ibid.
[53] O’Neill, “A Climate of Censorship.”
[54] Ibid.
[55] Horner, Red Hot Lies, 107.
[56] Hans von Spakovsky and Nicolas Loris, “The Climate Change Inquisition: An Abuse of Power that Offends the First Amendment and Threatens Informed Debate,” The Heritage Foundation, October 24, 2016, https://www.heritage.org/report/the-climate-change-inquisition-abuse-power-offends-the-first-amendment-and-threatens.
[57] Ibid.
[58] Saul Alinsky, “Tactics,” Rules for Radicals: A Practical Primer for Realistic Radicals (New York: Vintage Books, 1971).
[59] “Climate Movement Drops Mask, Admits Communist Agenda,” PJ Media, September 23, 2014, https://pjmedia.com/zombie/2014/9/23/climate-movement-drops-mask-admits-communist-agenda/.
[60] “People’s Climate March: Thousands Rally to Denounce Trump’s Environmental Agenda,” The Guardian, April 29, 2017, https://www.theguardian.com/us-news/2017/apr/30/peoples-climate-march-thousands-rally-to-denounce-trumps-environmental-agenda.
[61] Michael Crichton, “Crichton: Environmentalism Is a Religion,” Hawaii Free Press, April 22, 2018, http://www.hawaiifreepress.com/ArticlesMain/tabid/56/ID/2818/Crichton-Environmentalism-is-a-religion.aspx.
[62] Ibid.
[63] Robert H. Nelson, “New Religion of Environmentalism,” Independent Institute, April 22, 2010, http://www.independent.org/news/article.asp?id=5081.
[64] Joel Garreau, “Environmentalism as Religion,” The New Atlantis, Summer 2010, https://www.thenewatlantis.com/docLib/20100914_TNA28Garreau.pdf.
[65] Damian Carrington, “IPCC Chair Rajendra Pachauri Resigns,” The Guardian, February 24, 2015, https://www.theguardian.com/environment/2015/feb/24/ipcc-chair-rajendra-pachauri-resigns.
[66] Michael Whitcraft, “A Lot of Hot Air: A Review of Václav Klaus’ Recent Book: Blue Planet in Green Shackles,” Free Republic, June 13, 2008, http://www.freerepublic.com/focus/f-news/2030948/posts.
[67] Ibid.
[68] Horner, Red Hot Lies, 228.